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Cómo una comunidad de Filadelfia se unió para combatir la contaminación del aire y respirar con mayor facilidad

Bonnie-Vengrow Por Bonnie Vengrow

Las sierras de los depósitos de chatarra del vecindario de Kensington, en Filadelfia, se ponen en marcha cerca de las 9:00 a. m. Las poderosas cuchillas se deslizan a través de montañas de neumáticos viejos, lo que genera humo blanco y cenizas que van hacia el cielo y hacia los hogares cercanos, incluido el de Genevieve Geer. Ella y su esposo son artistas y se mudaron a esta zona diversa hace cinco años. Rápidamente, se sintieron espantados por el hedor y el polvo que provenían de los depósitos de chatarra ubicados al otro lado de la calle y en la esquina de la cuadra. “Mi casa se llenaba de olor a plástico quemado”, recuerda. “Era un olor fuerte la mayoría de los días; y en los días calurosos, era aún peor”.

Las personas que viven en esta zona de bajos ingresos de la ciudad conocen bien el aire contaminado. Durante la mayor parte del último siglo, Kensington y otros vecindarios de River Wards han tenido que lidiar con el esmog proveniente de fábricas y fundiciones de plomo cercanas. Hoy en día, intentan proteger sus antiguas viviendas en fila del polvo lleno de plomo generado por los equipos de construcción, de los gases de escape de las congestiones de tráfico, y del humo y las cenizas de los depósitos de chatarra activos.

En los depósitos de chatarra de Kensington, se cortan neumáticos viejos como los que se ven aquí para poder enviarlos al extranjero con mayor facilidad.

Todas las quejas presentadas durante estos años no han tenido mucho impacto. Genevieve pasó cuatro años intentando que se prohibiera el corte de neumáticos al aire libre. Finalmente, se aprobó una ley el verano pasado, pero aún se queman neumáticos; Genevieve dice que los inspectores de la ciudad suelen aparecer demasiado tarde como para sorprender a los depósitos de chatarra en el acto. Por ende, los habitantes de Kensington continúan limpiando cenizas de los canales de las ventanas, de los juegos para niños y de las hojas de los jardines traseros, así como también siguen inhalando partículas contaminantes que se cree que traen problemas de salud graves. Una de ellas, es el material particulado de 2.5 micrones o menos de diámetro (PM2.5). Es un tipo ultrafino de material particulado que comúnmente se encuentra en las emisiones de los vehículos. Puede penetrar profundamente en los pulmones y causar un deterioro en la función pulmonar, ataques de asma más frecuentes, ataques cardíacos y muerte prematura en personas que padecen enfermedades cardíacas y respiratorias.

La calidad del aire y los riesgos de salud asociados varían según la zona. En varios estudios, las cuadras que rodean los depósitos de chatarra de la zona se clasificaron como “insalubres” o “muy insalubres”, una calificación por encima de “peligrosas” en la escala de calidad del aire. Además, en una evaluación de salud comunitaria reciente, se descubrió que los niños de River Wards presentan la tasa más alta de internaciones por asma.

A pesar de que ahora es ilegal cortar neumáticos al aire libre en Filadelfia, en algunos depósitos de chatarra lo siguen haciendo.

Ayudar a una comunidad

Gracias al nuevo programa de monitoreo del aire dirigido por el Clean Air Council (CAC) y financiado por la subvención Cultivating Healthy Communities de $100,000, otorgada por Aetna Foundation, es posible que Kensington respire con mayor facilidad pronto. Los objetivos del programa son ambiciosos pero viables: educar a las personas sobre los efectos nocivos de respirar aire contaminado, proporcionarles monitores de aire de vanguardia y alentarlas a recopilar información importante que pueda usarse para mejorar el aire que respiran.

“Nos interesaba financiar proyectos que les brindaran a los habitantes del vecindario la oportunidad no solo de comprender los peligros ambientales presentes en su entorno, sino también de hacer algo con respecto a ellos”, dice Amy Clark, directora sénior del programa en Aetna Foundation. “El Clean Air Council propuso un enfoque que, literalmente, deja la capacidad de controlar la calidad del aire en manos de los habitantes de Kensington. Demostraron la necesidad que tenía Kensington de un proyecto como este, y su plan para satisfacer dicha necesidad no solo es práctico, sino que también coloca a los habitantes en el centro del cambio que se producirá como consecuencia”.

El programa de monitoreo del aire de Kensington se lanzó oficialmente a fines de 2017, pero es el resultado de muchos años de encuestas, estudios e iniciativas de educación comunitaria. “Sabíamos que los depósitos de chatarra eran un problema en este vecindario desde hacía tiempo y estábamos seguros de que queríamos usar monitores de aire allí”, dice Russell Zerbo, coordinador de defensa del CAC, quien supervisa el programa. “Y justo el monitor que estamos usando ahora comenzó a estar disponible y a un precio económico”.

Debido a que el apoyo de la comunidad era fundamental, Russell acudió a Genevieve y a algunos de sus vecinos igualmente apasionados. De hecho, ella fue una de las primeras personas en usar el monitor de aire en Kensington. Un par de días después de que Russell le instaló el monitor, Genevieve le envió una foto de la pantalla: esa mañana, el monitor registró un nivel de material particulado de 31 en su patio, un valor aproximadamente dos veces y medio mayor que el estándar nacional.

Russell Zerbo y Genevieve Geer, cerca de uno de los cuatro depósitos de chatarra que rodean el hogar de Genevieve.

Controlar el aire

El monitor es bastante simple. Es un cuadrado de plástico negro del tamaño de la palma de la mano y tiene algunas luces, un ventilador y una luz infrarroja. Pero la información que recopila, y lo que el vecindario de Kensington y el CAC pueden hacer con él, es sorprendente. Al apretar un botón de registro en una aplicación complementaria, la cual muestra los resultados en tiempo real en su teléfono inteligente, el monitor registra la humedad, la temperatura, el sonido y la cantidad de PM2.5 presente en el aire. También incluye los resultados, una vez por segundo, en un mapa de colaboración abierta en el que se muestra en qué lugares de la zona las concentraciones de PM2.5 son más altas y más bajas. Idealmente, cada familia usará el monitor durante dos semanas y, luego, Russell extraerá los datos y lo instalará en la próxima casa.

El monitor de aire (arriba) puede instalarse dentro o fuera de la casa.

Por lo general, la calidad de las lecturas depende del lugar donde se coloque el monitor. Para determinar eso, el CAC se reúne con los habitantes, escucha sus preocupaciones y analiza cuál es el mejor lugar para instalarlo. Los monitores pueden colocarse dentro de la casa o en el exterior, o bien usarse atados a una cuerda. “Si tiene problemas para respirar por la noche, coloque el monitor en la habitación. Si vive cerca de un depósito de chatarra y tiene un tomacorriente en el exterior, coloquémoslo allí”, dice Karl Koerner, coordinador técnico y de ingeniería del CAC, quien seleccionó los monitores de aire. “¿Qué le preocupa? Coloquemos el monitor allí”.

Agrega que las observaciones en el lugar son igualmente importantes. Si un habitante ve o huele neumáticos quemados en un depósito de chatarra, por ejemplo, debe tomar nota de esa situación, ya sea en la aplicación o en un cuaderno. Dicha información puede ayudar al CAC a identificar patrones o determinar los motivos detrás de un aumento en la contaminación del aire.

Luchar por un cambio permanente

Según los planes actuales, los monitores de aire circularán entre las casas de Kensington durante por lo menos un año. Después de ese tiempo, Karl cree que habrá suficiente información recopilada como para comenzar a hablar con los miembros del Concejo Municipal acerca de implementar cambios significativos, como aumentar la regulación de los depósitos de chatarra y mejorar el tiempo de respuesta a las preocupaciones de los habitantes. “Necesitamos una pequeña cantidad de información para comenzar a hablar”, explica. En el futuro, podrían implementarse programas de monitoreo de aire en otros vecindarios de la ciudad.

Eso no quiere decir que, mientras tanto, no podamos sacar provecho de la información. Además del mapa de concentración de colaboración abierta, se alienta a los habitantes a usar las lecturas para respaldar sus quejas ante los funcionarios locales. Después de todo, es difícil negar cifras concretas.

Se espera que la recopilación de información se vuelva aún más sofisticada en los próximos meses, cuando se lancen monitores más nuevos con una mayor precisión. En última instancia, Russell dice que le gustaría tener unos 30 listos, lo que le produce una gran satisfacción a Genevieve. “Estos monitores les dan poder a las personas”, dice. “Y creo que eso es excelente”.

“Amo a mis vecinos y a este vecindario”, dice Genevieve.

Sobre el autor

Bonnie Vengrow es una periodista que vive en la ciudad de Nueva York, quien ha escrito para las siguientes revistas: Parents, Prevention, Rodale's Organic Life, Good Housekeeping y más. Nunca conoció un sendero para hacer excursiones que no le haya gustado y, actualmente, está trabajando para perfeccionar su postura sobre la cabeza en la clase de yoga.

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