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Cómo una organización sin fines de lucro de Florida ayuda a las familias a salir de la pobreza
Es una cálida tarde de marzo en Fort Lauderdale, Florida, y Cynthia Harden se frota la piel de gallina de los antebrazos. No es un escalofrío, sino la emoción que le provoca describir cómo, en los últimos dos años, ella y su esposo han pagado sus deudas, aumentado su puntaje de crédito en más de 300 puntos y, ahora, están ahorrando para comprar la primera vivienda para su familia de seis miembros.
El logro de Cynthia es significativo, sobre todo en esta área. Aunque está ubicada a poca distancia en automóvil de las mansiones y centros turísticos de lujo de la ciudad frente al mar, esta parte de la ciudad es conocida por su delincuencia, pobreza y falta de viviendas asequibles.
Por lo cual, la piel de gallina tiene sentido. Sentada en el Jack & Jill Children’s Center, donde dos de sus hijos asisten a la escuela, Cynthia está a solo unos metros del aula donde tomó la clase de formación financiera que cambió su vida. Fue allí donde aprendió a fijar un presupuesto, generar ahorros y hacer frente a las deudas, una por una.
“Quería que a mi familia le fuera mejor y, a veces, eso comienza con la manera en la que se administra el dinero”, dice Cynthia con respecto a su inscripción en la clase. Aunque llegaba a clase agotada luego del largo día de trabajo, Cynthia fue una estudiante ejemplar. Tomaba notas, hacía preguntas y utilizaba lo que aprendía en la clase para reducir de manera gradual sus deudas y las de su esposo. Cynthia es la primera en decir que el trabajo duro y el sacrificio valieron la pena. “Después de que el primer acreedor me envió una carta en la que me informaba que la deuda estaba cancelada en su totalidad, me sentí muy bien, porque lo hice yo misma”, recuerda. “Dije: ‘¡Bien, ahora puedo cancelar la siguiente!’. Esa clase me ayudó muchísimo”.
Romper el ciclo de la pobreza
El centro de educación infantil Jack & Jill Children’s Center ha sido un referente en Ft. Lauderdale desde 1942.
Durante los últimos 75 años, el centro recibió con los brazos abiertos a más de 14,000 niños y familias sin recursos. El 90 % de los progenitores son madres solteras que crían a dos o más niños con menos de $26,000 al año. Algunas escapan de hogares violentos, otras duermen en automóviles y muchas luchan para llegar a fin de mes.
Pero la ayuda, en este caso, va más allá de repartir bolsas de ropa y comida. Para ayudar a sacar a las familias de la pobreza de verdad, el programa sin fines de lucro brinda apoyo integral a niños y padres. Para los niños, está el reconocido centro de educación para la primera infancia. (Hoy, brinda cuidados a niños desde las 6 semanas de edad hasta el primer grado. El próximo año se extenderá al segundo grado y, en 2020, abrirá una escuela primaria independiente en el lote contiguo). Ofrece actividades extracurriculares y campamentos de verano, chequeos dentales y exámenes de la vista en el mismo lugar, servicios terapéuticos, programas de nutrición y un huerto que ofrece los ingredientes para las comidas y meriendas saludables de los niños.
Un gran huerto en el patio de juegos del centro brinda los ingredientes necesarios para las comidas saludables de los niños.
Para los padres, hay ayuda en situaciones de emergencia, manejo de casos y un calendario de programas anuales diseñado para ayudar a las familias a prosperar a largo plazo. El curso de formación financiera es un ejemplo de esos programas. Les enseña a los padres cómo controlar la principal causa de estrés, el dinero, para que se concentren en lo que importa de verdad: sus familias.
Enseñar los conceptos básicos
“Unos años después de comenzar a trabajar aquí, me di cuenta de que la formación financiera era una gran necesidad”, dice Jeanette Johnson, directora del programa Family Strengthening del centro. Entonces, se asoció con un banco. El resultado de esta campaña colaborativa es un curso intensivo de seis semanas sobre aspectos financieros básicos. Para facilitar la tarea de los padres que trabajan, las clases se dictan por la noche, y el centro ofrece cenas y el cuidado de los niños de forma gratuita. En el curso se enseñan buenos hábitos de ahorro y gasto, a elaborar presupuestos, cómo lograr un buen puntaje de crédito y cómo abordar las deudas. La sesión final, dirigida por una organización sin fines de lucro para la vivienda digna, se centra en la discriminación en materia de vivienda, un tema muy apremiante para las familias de esta zona.
Con el pasar de los años, las clases se han elaborado de acuerdo con las necesidades e intereses de los padres, dice Ashley Riggs, administrador del programa Family Strengthening. Ahora, por ejemplo, hay un curso especial de seis semanas dedicado a preparar a aquellos que comprarán su primera casa. Y este año, Riggs contrató a un experto local en cupones de descuento para que diera una clase sobre cómo utilizarlos a fin de recortar los gastos diarios.
El curso de formación financiera les enseña a los padres capacidades esenciales para el manejo del dinero, como presupuestar y ahorrar.
Enseñar a los padres hábitos sanos de gastos y ahorros se extiende a los niños del centro también, comenta Heather Siskind, directora ejecutiva del centro. Los niños del centro en edad escolar pueden ganar “dólares J&J” para ahorrar, dárselos a un amigo o comprar productos y recuerdos en la tienda de J&J. Además, estamos pensando en enseñar a esos mismos estudiantes lecciones acordes con su edad sobre gastos y ahorros.
Esta no es solo información que sea bueno saber, sino que podría ser el trampolín hacia una vida más saludable y estable, comenta Siskind. “La formación financiera es esencial para las familias”, agrega. Les permite buscar trabajos con mejores salarios, lograr acceso a una mejor educación, habitar mejores viviendas, conducir mejores automóviles, controlar sus gastos y elaborar presupuestos. “Esa es la clave. Es la base para el resto de su éxito”, agrega.
Los niños en el centro de educación infantil reciben “dólares J&J”, con los que pueden comprar golosinas en una tienda interna.
“Apoyar a las familias en la búsqueda de una base financiera sólida produce innumerables beneficios”, afirma Amy Clark, directora de programas de Aetna Foundation, que otorgó al centro la subvención Cultivating Healthy Communities por un total de $100,000 para financiar los programas de formación financiera básica y nutrición y para el huerto. “A través de nuestra asociación con Jack & Jill, tenemos la posibilidad de contribuir a las metas a corto plazo de los padres, tales como la reducción del estrés y la mejora con respecto a las perspectivas laborales y de vivienda. Estos logros a corto plazo sientan las bases de beneficios a más largo plazo, por ejemplo, porque les dan tiempo para invertir en nuevas oportunidades de formación para ellos y sus hijos. A medida que estas inversiones dan fruto y se traducen en situaciones de vida estable y saludable, el efecto se vuelve multigeneracional e influirá también en los hijos de sus hijos”.
El centro a menudo se asocia con agricultores locales para ofrecer a las familias productos frescos.
Ver los resultados
El éxito de este programa, ahora en su octavo año, es innegable. Según una encuesta realizada el año pasado, el 75 % de los padres dijo que el curso aumentó sus conocimientos con respecto a temas financieros y el 92 % comenzó a valerse de un presupuesto. Pero el éxito no se mide solo con números. También lo determinan los padres que adoptan hábitos saludables y positivos y los aplican en casa para sus hijos.
Cynthia, por ejemplo, a menudo habla con sus hijos sobre el dinero. “Les muestro cuánto de nuestros salarios traemos a casa su papá y yo. Les digo cuánto pagamos de alquiler y otros gastos, y cuánto nos queda”, dice. “También les digo cuánto va aumentando el alquiler. Puede ser diez veces peor cuando tengan mi edad, y no quiero que lo sufran. Les digo que es mejor ir a la universidad, ser lo que quieran ser, comprar su casa y que estarán bien”.
A pesar de que ha completado el curso de formación financiera, Cynthia está interesada en volver a tomarlo, porque está segura de que hay cosas de las que se perdió la primera vez. “Aprender nunca está de más”, agrega.
Mientras tanto, Cynthia y su esposo están trabajando para comprar una casa, quizás en la zona de Orlando. También disfruta el alivio que significa no tener deudas. De vez en cuando, escucha anuncios en la radio en los que se ofrece ayuda para pagar deudas que son imposibles de pagar. “Son estafas”, dice riendo. “Doy fe, porque quise resolverlo a través de uno de esos [un programa para cancelar deudas], hasta que se presentó la oportunidad de tomar esta clase”.